sábado, 24 de noviembre de 2012

MADRID



Madrid. Magerit. Mayrit. Cauce eterno de agua. Tienes la apariencia de un músculo plano, debilitado por mil años de excesos. Ciudad construida de barrios, iluminada, colapsada, atrapada entre el frío de las montañas y el calor abrasivo de la meseta castellana. Tus arterias renuevan diariamente la sangre que te nutre. El Paseo de la Castellana es una lengua de asfalto que se introduce hasta los intestinos de la ciudad, donde los excrementos se mezclan con los sueños de seis millones de muertos. Madrid no es un corazón latiendo; Madrid es un estómago todopoderoso, una boca que tritura sin dientes. Madrid es la ciudad del ansia: el ansia por escapar y volver una y otra vez.

jueves, 15 de noviembre de 2012

POYALES DEL HOYO: PARPADEO DE LA MESETA



Pueblo de frontera, situado en el vértice de tres provincias que son más bien tres mundos distintos, con sus olores, sabores, colores y arquitecturas diferentes. Anclado a la tierra de un valle fértil, a resguardo de la Sierra de Gredos y su clima hostil, observas la penillanura extremeña con la mirada cansada de un jornalero. Desgarrado por tus costados, tus hermanos mayores se reparten una riqueza que no les pertenece y te fue arrebatada por la fuerza de las leyes. Cada uno tiraba con rabia de tus brazos de tierra y madera, luchando por conseguir un pedazo más de botín. Y así, saqueado, melancólico y pobre, callaste las riquezas inmateriales de tus vientos, tus aguas y el verde de tus árboles frutales.

martes, 6 de noviembre de 2012

LA FLOR QUE GRITABA ENTRE LOS FUSILES


No consigo desprenderme de esta sensación de irrealidad. Todo ha pasado muy deprisa. Apenas han transcurrido unas horas desde que llegamos a este hospital, pero siento que llevo aquí dos meses. La sala de espera en la que me encuentro parece un oasis de calma en mitad de un desierto de gritos y carreras continuas. A mi alrededor se agolpan decenas de soldados, pero ninguno me resulta conocido. Cada pocos minutos, aparecen unas enfermeras que se llevan a cinco o seis de ellos para la unidad de transfusiones. Falta sangre. Y faltará aún más, porque no dejan de llegar ambulancias. Me he ofrecido a ayudar, soy especialista en transfusiones sanguíneas, pero me tiembla tanto el pulso que no habría hecho otra cosa que estorbar. Me han aconsejado que me siente y descanse un poco. He vuelto a preguntar por Gerda, pero no me han dicho nada nuevo: “Estamos haciendo todo lo que podemos”. Sin embargo, el gesto de las enfermeras habla por ellas. Sé lo que ocurre sin que me lo digan. Está desahuciada. No albergo ninguna esperanza.

jueves, 1 de noviembre de 2012

JOHN FANTE: LA FAMA PUEDE ESPERAR



Hay escritores que se adelantan a su tiempo. Escritores fieles a un estilo propio, que se enfrentan a un mundo que no les comprende y pagan su atrevimiento con el anonimato. Artífice de un nuevo estilo literario, absolutamente innovador por su sencillez y realismo, el nombre de John Fante se habría perdido en la vorágine del siglo XX de no ser por el reconocimiento de Bukowski hacia su obra a finales de los años 70. Su literatura, fuertemente arraigada en las emociones, describe con delicadeza y sencillez la vida de un superviviente. Un superviviente del fracaso, del no, enamorado del oficio de escritor hasta las últimas consecuencias. Un superviviente que no dudó en desnudar su alma para mostrarle al mundo que la vocación no está en venta. Esta es su historia. Una historia de supervivencia.